jueves, 22 de mayo de 2008

Cómo se creó al súper villano de “El señor de la Querencia”


“No fue como cuando escribí« La fiera», en el que el personaje de Di Girólamo era «La fierecilla domada»”, ejemplifica. “En el caso del personaje que encarna Julio Milostich (O’Higgins, “Héroes”) no está trabajado sobre la base de un solo personaje, es el resultado de tomar guiños de muchos villanos. Por ejemplo, de algunos grandes clásicos del teatro como «Ricardo III» , que fue un gran rey y, a la vez, un gran fraticida y, por lo tanto, una gran inspiración para esta historia. Pero también hay en él mucho de los villanos sicópatas del cine, como el personaje de Jack Nicholson en «El resplandor» . A esas fuentes de inspiración del teatro y del cine hay que sumar que la historia chilena está plagada de personajes tiránicos, en cuyos nombres no vale la pena ahondar”, detalla Carrasco.

La teleserie que estrena TVN hoy, a las 22 horas, tiene como gran escenario el campo chileno de 1920 y la dinámica propia de la oligarquía de nuestro país en esa época. “Lo que se buscó fue romper con el estereotipo del patrón de fundo malo, y para eso buena parte de la teleserie cuenta las razones de la maldad del personaje de Milostich. Quisimos retratar el comportamiento de nuestra sociedad en esos años y ahí fue fundamental revisar bibliografía que habla de esos años, como, por ejemplo, en libros como «Gran señor y rajadiablos»” (ver recuadro).

Respecto del trabajo de construcción del personaje central, el acento estuvo en la perspectiva sicológica, explica. “Busqué profundizar en las razones de su maldad; él no es un tirano porque sí, no abusa de la gente porque sí, hay una razón que explica su comportamiento y que tiene que ver con el abuso del padre, un padre que fue muy violento con él durante toda su infancia. De hecho, las razones de ese abuso serán uno de los grandes secretos de «El señor de la Querencia»”.


La bibliografía que se usó

Estos son los libros que ayudaron a los guionistas a construir los personajes y su historia con el mayor realismo posible.

“Casa grande” (1907), de Luis Orrego Luco. Fue muy útil como testimonio de época e incluye buenas descripciones de personajes de la clase alta. Cuando se publicó se produjo un escándalo porque se pensó que hablaba de personajes reales, con sus nombres cambiados, y por eso se convirtió en una novela muy vendida en su época.

“Los trasplantados” (1904), de Alberto Blest Gana. Se consideróútil su relato del afrancesamiento que afectaba a la clase alta chilena y el estilo de vida de muchos personajes que vivían en París gracias a las haciendas y minas que poseían en el país.

“Hojas caídas” , de Inés Echeverría de Larraín. Con el seudónimo de Iris, esta escritora sorteó los prejuicios de la época que condenaban que una mujer, sobre todo de clase alta, se dedicara a algo tan vulgar como escribir libros. La obra reúne fragmentos de sus diarios de vida y ayuda a construir el perfil de “una cuica progre de los años 20”.

“Zurzulita” , de Mariano Latorre. Fue útil porque rescata muchos giros y expresiones campesinas de esos años.

“Tierra de pellines” , de Luis Durand. Sirvió para rescatar el habla campesina, así como los personajes y el paisaje de la época.

“La sangre y la esperanza” , de Nicomedes Guzmán. Incluye un buen retrato de las clases populares urbanas así como el lenguaje, los temas, las luchas sociales y la relación del pueblo con Alessandri y su gobierno.

“El roto” , de Joaquín Edwards Bello. Entrega una interesante descripción de los prostíbulos que aunque urbanos son útiles para recrear ese tipo de ambiente.

“Norte Grande” , de Andrés Sabella. Aunque relata la vida de las salitreras, sirvió por el personaje de “El enganchador”, el que mediante engaños lograba que muchos campesinos tomaran el tren que los llevaría a las salitreras.

También se leyeron con atención los libros “Escenas de la vida campesina” , de Rafael Maluenda, y “Días de campo” , de Federico Gana.

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